Jugando aprendo 3
Los animales jugamos para desarrollar habilidades de supervivencia y también jugamos para desarrollar estrechos lazos sociales. Por último, les voy a demostrar con algunos ejemplos que también lo hacemos para divertirnos, como ustedes lo hacen.
Comenzaré con los suricatas. Ellos viven en el desierto del Kalahari en Botsuana, Namibia, Angola y Sur África. Los suricatas viven en grupos de 20 o más. Estas bandas de pequeños comedores de insectos pesan aproximadamente un kilogramo. Se paran en sus patas traseras para poder ver por encima de las hierbas que crecen en las extensas praderas donde viven. Construyen túneles donde se resguardan de los muchos depredadores que poseen, entre ellos están los chacales y las águilas.
Los suricatas viven en comunidades en las que se van rotando una serie de trabajos que benefician a la gran familia. Entre estos trabajos está la vigilancia, por si viene algún depredador cuando el grupo está buscando comida y también hacen de niñera, toman turnos para cuidar a los bebés de la comunidad. Estos bebés salen de las guaridas y se pasan el día mordisqueándose las patas, orejas y hocicos. Y cuando ya tienen una semana se podrán erguir en equilibrio con sus patas traseras y jugarán a empujarse para tumbarse unos a otros para luego abalanzarse a mordisquearse. Para estos juegos no tienen ninguna rutina y saldrán a jugar en cualquier momento a la vista de cualquier depredador que estuviera cerca. Y en sus forcejeos podrían retorcerse una de sus patas o bien otra lesión que les harían más vulnerables a sobrevivir. A pesar de estos peligros los suricatas juegan todos los días y a todas horas.
La bióloga Australiana Lynda Sharpe estudió estos suricatas durante años. En uno de sus experimentos siguió a cuarenta y cinco crías de suricatas hasta que llegaron a ser adultos. Una de las cosas que descubrió es que los suricatas no jugarían fuera de sus guaridas, si no fuera muy importante, ya que tienen muchos depredadores en los lugares donde habitan. Con esto Sharpe nos quiso decir que juegan por jugar y que la sobrevivencia juega un segundo plano en sus vidas.
Intentó encontrar si de alguna forma todas esas peleas masivas de hasta treinta suricatas juveniles podrían influir en su edad adulta y convertirlos en mejores en algo, pero su respuesta fue un rotundo NO. Todos acabaron haciendo las cosas igualmente que les tocaba hacer llegados a sus edades adultas. Por lo tanto, juegan solo para divertirse.
Si para esta especie el jugar no los lleva a ningún propósito en sus vidas ¿porque hacen esta actividad tan peligrosa? Quizás la respuesta está mucho más cerca y solo hay que pensar en los animales que más cerca están de ustedes.
Cualquiera de ustedes que comparte su casa con un perro saben de todas esas pelotas mordisqueadas que están por todos los lados. O que cuando regresa a casa de su trabajo su perro viene a recibirlo y luego le pedirá que quiere jugar o ir al parque a correr detrás de la pelota durante el tiempo que ustedes le permitan.
¿Ustedes creen que su perrito al que le gusta que le arrasquen la barriga está tratando de ser un mejor depredador?
Mientras que los científicos explican cómo los leones y los osos juegan para adquirir habilidades que les servirán para sobrevivir cuando sean adultos, es mucho menos claro porqué a sus perros les gusta tanto perseguir la pelota o saltar a agarrar el frisbee. Y mientras otros animales paran de jugar cuando llegan a una edad adulta cualquier perro viejo perseguirá la pelota que le tire su cuidador.
De todas formas, los animales y más en concreto los perros revelan que somos capaces de tener pensamientos complejos. Si observan a los perros jugar verán que poseen emociones como felicidad, culpabilidad, y envidia. Por ejemplo, si hay unos perros jugando a morderse en el parque y uno de ellos muerde a otro demasiado fuerte los demás perros ignorarán a ese perro que mordió demasiado fuerte para el resto del juego. Esto es un ejemplo muy simple de moralidad. Pero para ir más lejos, los perros pueden exhibir en sus juegos una característica o habilidad que ustedes llaman “teoría de la mente”, que viene a ser algo así como tener la habilidad de saber lo que otro individuo piensa. Por ejemplo, si una perrita quiere jugar con otro perro esta perrita tratará de atraer la atención del perro mordiéndolo suavemente o dando saltitos en el campo de visión del perro. La perrita no iniciará el juego hasta que tenga evidencias que el perro ya tiene su atención. Esto les parecerá algo rudimentario, pero la “teoría de la mente” es la columna vertebral de la empatía y una de las marcas inconfundibles de la inteligencia humana.
Conclusión
Con este artículo que escribí se completa las tres razones por las que los animales jugamos dependiendo de la especie animal y del entorno en el que tengamos que vivir. Algunos animales practicaremos el juego de las tres formas que menciono, que son: jugar para adquirir habilidades que nos ayudarán a sobrevivir, jugar para adquirir habilidades que nos posicionarán en la sociedad donde vivimos, y por último jugamos para divertirnos. En estos artículos les puse ejemplos una vez más de como los animales-no humanos compartimos muchas características con los animales-humanos. Estos últimos podrían tener más respuestas no contestadas con la simple actividad de la observación. Ustedes no tienen que ser académicos para poder observar los comportamientos que los animales tenemos. Estoy seguro que si dedicaran un poco de su tiempo a observarnos se darían cuenta que en realidad no somos tan diferentes y que de ahí nacería más compasión y entendimiento.
Si les gustó este articulo compártanlo con alguien que conozcan y si tienen alguna pregunta u observación me pueden enviar un comentario.
Gracias.
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